No queda tiempo para huir ni fuerza para resistirse, tenía que ser este instante, y este instante existirá, de ahora en adelante, existirá, hasta el final.
¿Cómo distinguir un cuento largo de una novela corta? La respuesta suele estar oculta en la narrativa; no tanto en las formas literarias como en el ritmo, la musicalidad que cada autor consigue imprimirle a su tono narrativo. Cortázar decía que, en esa batalla por acaparar la atención del lector, una novela debe ganar la contienda por puntos, mientras que un cuento debe hacerlo por Knock out. Los cuentos deben ser contundentes, mínimos de todo artificio que no lleve directamente al desenlace, mientras que la novela debería prepararte lentamente para llegar al final, así este resulte inesperado. Seda, de Alessandro Barico es un relato que transcurre sutilmente entre estas dos consideraciones. De ser una partitura, sería una melodía con sólo 3 acordes, a veces inaudibles y muchísimos silencios.
El autor va hilando la trama de manera casi imperceptible; va tejiendo un patrón que parece repetirse hasta que se une con el siguiente. Seda está construida con hilos delicados, finísimos y casi imposibles de notar sino hasta que están juntos. La historia comienza en la Francia decimonónica; Flaubert está terminando Salambó, y la iluminación eléctrica es todavía una hipótesis. Para vivir, Hervé Joncour compraba y vendía gusanos de seda. Era, por lo demás, uno de esos hombres que prefieren asistir a su propia vida y consideran improcedente cualquier aspiración a vivirla. Está casado con Hélène, y no tienen hijos. Lavilledeu es un pueblo cuya economía depende del comercio de la seda, y cuando la producción es amenazada por una epidemia que afecta a los gusanos, Hervé debe ir a buscarlos a Japón, que en ese entonces quedaba en el fin del mundo.
La travesía, descrita en apenas unas cuantas líneas contrasta con el detenimiento casi solemne con el que es narrada su estadía en el país del sol naciente; un lugar que ha permanecido aislado del resto del mundo, y donde inesperadamente queda atrapado en la mirada de una misteriosa mujer con la que no llega a intercambiar palabra. Tras concluir con éxito su cometido comercial, Hervé las circunstancias le obligan a volver. Conseguir gusanos sanos va dejando de ser un motivo para convertirse en un pretexto para recorrer los miles de kilómetros que le separan de una mujer de la que apenas sabe nada.
Morir de nostalgia por algo que no vivirás nunca. Seda es un relato delicadísimo, de historias entreveradas con una sutileza que puede resultar abrumadora, una tela con hilos de erotismo y nostalgia, y que es tan fina que es como tener la nada entre tus manos. Es posible que al lector acostumbrado a alardear sobre el número de páginas que es capaz de devorar por día, le resulte ligero y poco intenso. También puede dejarse llevar por la geometría de la simpleza, y encontrar una historia de amor, distancia y desamor muchas veces vista.
Seguramente no parece, pero escribir esta entrada me ha costado muchísimo trabajo. Soy bastante mal lector, y quizá por eso me aferro obsesivamente a visitar de manera recurrente algunos libros. Esos que son como la canción con la que lloras porque te recuerda a alguien, o más bien, te recuerdan a la persona que solías ser cuando aunque estabas seguro que todo era un sueño, tenías motivos para seguir soñando.
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Por si no lo consiguen impreso, aquí hay una versión en PDF
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