15 septiembre 2012
(por Genrus )

¿Nada qué celebrar? »


No conozco todavía una celebración que viva exenta de reproches; que si la fecha elegida es arbitraria, que si es un invento comercial para vendernos merchandising relacionado, que si es un pretexto para volvernos jactanciosos, exhibicionistas, frívolos, desbordantes, histéricos, superficiales, y todo lo que ustedes gusten añadir. Sea San Valentín o Jalogüín, la navidad o la semana santa, siempre habrá quien esté dispuesto a desatar su retahíla de peros feroces. Dime qué celebras, y te convenceré de lo contrario.

Uno no ama a su familia porque sea grande o chica, disfuncional o feliz; la ama porque es suya. Con la patria ocurre algo similar. La patria no es la nación o el país, mucho menos el estado; la patria no ese pedazo de tierra que queda entre nuestras fronteras. La patria es un sentimiento de pertenencia, un conjunto de vínculos que nos ligan con todas las personas que comparten símbolos, cultura y emociones. La patria no es donde uno nace, la patria es de donde uno es.

Patria es convicción, no etnocentrismo. La patria es lo que hagamos juntos con ella; es esa responsabilidad que tenemos con nuestros semejantes, y ese compromiso ineludible de escribir su historia. Una historia que amén de sus tropiezos, nos haga sentirnos satisfechos para compartir con los demás. La patria es espíritu. Celebramos su ritual, porque queremos que viva.

Que viva México, cabrones.