17 septiembre 2010
(por Genrus )

Rockdrigo »

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Ya todo es esquema desde que partió tu barco | Máquinas, sistemas, estructuras sin embargo | Un extraño me ha dicho que navegas lejos | en busca de tierras lejanas, calor y azulejos. | No, no hay manera de regresar la cinta; tu amor fue un rock en vivo.


Era yo bastante escuincle cuando me asomé a lo que había sido el edificio en la esquina de Liverpool y Bruselas; recuerdo una combi amarilla aplastada, y un lavamanos suspendido como a 6 metros del suelo. También las carcasas de un despertador y de un tocadiscos. A mi abuela no le hacía ninguna gracia que curioseáramos en los escombros de los edificios. Yo no sabía quién era Rockdrigo. Mi tío Rafael puso un caset y me platicó.


Lúdicos, inspirados y desconocedores de su lugar en el streaming evolutivo, los antiguos moradores de las cavernas pintaban sus historias en las piedras. Después los sabios ávidos de arquetípicos epítetos les llamaron rupestres a ellos y a su arte. Supieron también las piedras de una ciudad maltrecha pero viva todavía, guardar de la erosión las historias dibujadas por Rockdrigo.

Las ciudades construyen sus recovecos y paradojas justo en los huecos que quedan detrás de las marquesinas del desarrollo; bajo las grietas maquilladas de esas fastuosas fachadas de modernidad diseñada por sus promotores, quedan espacios reducidos a su mínima expresión. Espacios oscuros y exiguos, conquistados y vueltos cotidianos por sus moradores y sus descendientes, y cuyos enigmas maravillan a los arqueólogos de escritorio, quienes ambiciosos se pelean el crédito del descubrimiento. 

Entre la música traducida de onomatopeyas pegajosas, y la de los estribillos literarios hablando de revoluciones lejanas, hubo quien se ocupó de los retratos cotidianos. Cuando no había esa necedad actual de atascarse de términos efímeros de taxonomía confusa, Rockdrigo se asumió como rupestre para zafarse de las etiquetas de su tiempo —y sin saberlo— de los tiempos venideros; y desde las cavernas de las cloacas vio la luz el rock urbano: ese rock que es fusión sin pretensiones, hibridez sin ambiciones, fotografía sin photoshop; esa música con raíces en el blues y en el huapango, en el son y el rock and roll; multisémica y paradójica, fascinante y cotidiana. Como la ciudad misma.

Los rupestres no escriben como los grandes poetas, ni sus voces salidas del ron se comparan con las salidas del conservatorio; no son guapos ni tienen dinero para llenar de efectos apantallantes sus acordes; acordes de guitarra de pino con cuerdas de nylon, que se escuchan en recintos tan reducidos como el pasillo de un microbús, tan subterráneos como los andenes del metro, tan colectivos como cualquier terminal de autobuses.

A propósito del metro balderas: Desde hace mucho, Alejandro Lora se fusiló(1) (sin eufemismos), la canción del Rockdrigo. Además de sus insoportables berridos, y de ponerle en su madre a la letra (con rimas, palabrotas y estaciones que nunca vienen al caso), el tipo nunca ha aceptado que la rola NO es suya —la firma siempre como RG/Alex Lora—. Por ese sólo detalle, nunca terminé de digerir al Tri.

Hurbanistorias, el único disco que grabó Rockdrigo —lo demás fueron compilaciones— es un collage de encantadores y nostálgicos retratos urbanos; El génesis de amor efímero, como el que ocurre en el metro Balderas, la impotencia ante el pasado que se escapa en un rock en vivo; El agobio existencial y metafísico ante el caos y la inmensidad del perro en el periférico; en una Vieja ciudad de hierro consumida por la modernidad, el único escape permitido, un viaje a un cosmos onírico como el de El principito, no deja tiempo para cambiar la vida; la ilusión es devorada por las fauces de lo ferozmente cotidiano, como en la balada del asalariado. Amén de los tiempos y de las tecnologías, la nostalgia devorada por el caos urbano sigue no sólo vigente, sino tan vibrante como cuando fue capturada por la instantánea de la improvisación artesanal de un distante instante.

...Y me dijo en un día de oníricos sueños, y arquetípicos símbolos, que tenía que recetarles por las trompas de eustaquio a todo el personal estos mensajes del profeta del nopal.

Era un gran tiempo de híbridos; con esdrújulas sinfónicas, de parónimos fantásticos y sus súbitas metáforas. El disco nombrado en alusión al Profeta del nopal ensaya la mixtura con la que estarían cocinadas casi arbitrariamente las otras dos compilaciones hechas por Discos pentagrama, No estoy loco y Aventuras en el DF. El robot de iTunes clasifica a Hurbanistorias —el disco que Rockdrigo grabó en su casa— como 'álbum de estudio', y a los 3 restantes —grabados por parroquianos de los lugares donde tocaba— como 'álbum en vivo'. Nunca una definición más acertada para un conjunto de piezas interpretadas por el autor, donde no sólo ninguna es igual a la anterior, sino que incluso la misma melodía nunca le sale igual dos veces. Baladas blueseras y rocks huapangueros que enmarcan la ironía, abrazan la nostalgia y parodian la estructura.

Cuando tenga la suerte de encontrarme a la muerte yo le voy a ofrecer todo el tiempo vivido y este vaso henchido por un distante instante un instante un instante de olvido...


La ciudad devoró literalmente a Rodrigo Eduardo González Guzmán durante los terremotos de la mañana del 19 de septiembre de 1985. Entre la banda se dice que murió por una sobredosis de cemento. Fue tiempo de ponerle más atención a la voz del profeta y asirse a las letras de su canto melancólico: Préstame tu máquina del tiempo, al cabo que tú ni la vas a usar. Sé que tienes miedo de perderte, y perder tu extraña identidad. Quedó entonces su voz en las piedras, y su música en las entrañas de esta urbe que, caótica y todo, no le perdona ni le olvida un sólo instante.


1.- Según una nota, Rockdrigo le reclamaba a Lora no sólo el haberle fusilado la canción, sino haberle mutilado la parte freudiana. "Es pa que te conozcan, mi Rockdrigo", decía Lora. Mientras que la mujer del metro balderas original, es devorada por la multitud de viajeros a ritmo de una triste balada, en la versión berreada de Lora, la chava se vuelve prostituta. Adivine de qué murieron los quemados.

La página Oficial del Rockdrigo
Rockdrigo, en wikipedia
Videos de Rockdrigo en YouTube (la modernidá, compadre, la modernidá).

5 Comentarios:

Angie Vázquez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Angie Vázquez dijo...

Qué bonito blog! Da la sensación de orden, limpieza, frescura... sobre todo por su excelente redacción. Felicidades!

Ya por muchas razones no me gustaba Lora, y con el robo a Rockdrigo, confirmo mi desagrado por él.

Te sigo.

Genrus dijo...

Sí, es eso. El metro balderas es una balada melancólica que habla del desamor y los caprichos de lo aleatorio. Lora la vuelve un estruendoso quejido pueril propio de un ardido al que han dejado por vulgar.

¡Gracias por tus comentarios! :)

Unknown dijo...

Un aplauso.... realmente te metiste en el papel de ese arquetipo conjugado.... Te felicito, Por lo que he leído y sobre todo por que gente como tú.... que ha retomado el sentido y mensaje de Rockdrigo.... permite a las nuevas generaciones trabajar su materia gris, tratando de descifrar esos mensajes... del profeta.... del nopal...

Unknown dijo...

Que onda banda, muy buen comentario, aguante Rockdrigo por siempre, gracias a mi tío conocí sus rolas, pero apenas ahora de viejo las comprendo bastante y aun su realidad de Rockdrigo choca con esta realidad que vivimos.

Solo tengo una duda, alguien sabe que le hicieron al cuerpo del Sacerdote del Rock?

Saludos.