Resistir con dignidad los feroces embates de modas ulteriores, permanecer incólume versus cualquier contexto, y seguir siendo un ídolo no importando si el escenario es una obra maestra del cine negro, el Sensacional de Luchas, un sesudo ensayo sobre el surrealismo mexicano de los sesentas, o el Cartoon Network, sólo es imaginable para un superhéroe de la talla de El Santo. Ni más ni menos.
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Botellita de Jerez
Parafraseando a Bertolt Bretch comienza el guacarrock del Santo, de Botellita de Jerez. La leyenda de Rodolfo Guzmán Huerta comienza en los encordados. Cuando elige el nombre de El Santo, y se presenta como rudo(1). Comenzó a hacer gala de su técnica y pronto se ganó a los aficionados. Pero la gran lucha no sería hasta 1952: Cuentan los abuelos que el legendario Black Shadow, solía subir al ring envuelto en una capa negra, repleta de murciélagos; al quitársela éstos volaban por la arena, arrancando los gritos de sorpresa y de temor de los espectadores. No hubo nunca antes, ni después un máscara contra máscara que levantara más expectación que la de El Santo vs. Black Shadow. Los 12,000 lugares de la Arena México resultaron insuficientes para un evento así. Al final, en uno de los combates más recordados de la historia, El Santo se impuso en la tercera caída. Tras la victoria, Santo mismo quiso quitarle la capucha al vencido, pero Blue Demon (quien asistía a Shadow) se lo impidió, lo que sería el inicio de una rivalidad histórica también.
♬ Batman y supermán, superhéroes de historieta...
nunca subieron al ring, le sacatearon al parche, el Santo sí era la neta.
Su fama fue creciendo junto con su presencia mediática tanto, que en 1952 José Cruz comenzó un cómic sobre él, para convertirlo en uno de los superhéroes pioneros de la literatura popular mexicana, —sin ser ficticio, ñoño y de sexualidad dudosa como Kalimán—. Los héroes del cómic norteamericano clásico, fueron extraterrestres, mutantes, o millonarios; todos combatiendo en ciudades inventadas, o con ventajosos superpoderes. El Santo luchaba contra el mal todos los domingos. Cada función, cada caída, cada llave eran una representación de este ritual apoteósico sobre el ring, por lo que no resultó extraño que su popularidad lo llevara al cine. Y gracias al celuloide, el mundo entero conoció al enmascarado.
¿Cómo se fabrica una película nacional? Se pregunta la investigadora canadiense Micheline Norissett, ansiosa de aplicar nuestos sistemas en su país. He aquí la receta: Se toman un argumentista que no cobre muy caro, para que sea e los que ebtuebde el público; un productor de los que se las saben todas para que inflen los gastos, y un director que haga lo que haga, lo haga en tres semanas. Luego se contrata a los cómicos, a las bikinas y al Santo, ¡y listo! Se le aconseja también a la señora Norissett que en Canadá podrían comenzar la filmación de El Santo contra la policía montada, por ejemplo.
El Santo peleó en la pantalla grande contra todo lo imaginable: Asesinos, científicos locos, gángsters, momias, brujas, marcianos, la muerte o el fin del mundo. Sus películas se volvieron de culto en los más sofisticados círculos intelectuales de Europa y Asia. Cintas que eran sin duda una continuación del cine negro que algunos años antes había puesto de moda Juan Orol, hechas con una ingenuidad y un descuido tan extremo, que no podía ser sino intencional; surrealismo puro. La fórmula creada para las películas de El Santo funcionó en los más variopintos escenarios: navegaba tranquilamente tanto en cine infantil —El Santo vs Capulina—, como en esa pieza de soft-porn sesentero que fue El Santo vs las mujeres vampiro, (bautizada en España como Los vampiros y el sexo).Abel Quezada (Excélsior, julio de 1973).
Amén de la fascinación intelectual extranjera, el Santo sí fue profeta en su tierra. No hay mejor prueba de ello que su famosa escultura: no es ecuestre ni gigantesca, ni hecha en un metal semi precioso, ni yace abandonada y llena de guano en algún descuidado parque o edificio público. Está hecha en plástico, vive en los corazones de todos los niños que tuvimos una copia, y se vende (todavía) por montones en tianguis y mercados populares; es cierto que la han pintado de otros colores para diversificar y dar vida a otros luchadores, pero basta mirar con cuidado el molde para darse cuenta de que es uno sólo; el mismo, el Santo, el enmascarado de plata.
* A propósito del 25 aniversario luctuoso del Santo, el año pasado se llevó a cabo una exposición llamada El Santo de mi devoción, que reunió además de objetos de culto y memorabilia varia, trabajos de 63 artistas del cómic mexicano (que aunque no lo crean sí existe). 63 miradas a un ícono folk (así dice la wikipedia) llenas de pasión y talento. Y es que como leía por allí, todos los ilustradores mexicanos deben —al menos una vez— dibujar al Santo.
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Santo vs. Black Shadow. Crónica
El Guacarrock del Santo, en YouTube.
Completísimo artículo sobre la Filmografía de El Santo (en inglés, ni modo)
El Santo de mi devoción. (Blog)
El Guacarrock del Santo, en YouTube.
Completísimo artículo sobre la Filmografía de El Santo (en inglés, ni modo)
El Santo de mi devoción. (Blog)
Un Comentario:
El sistema postal mexicano (ya no sé si era SEPOMEX, Correos de México o MEXPOST) sacó una serie de estampillas hace un par de años y si no me equivoco, el año pasado también sacaron un libro conmemorativo de El Santo, repleto de imágenes y poco texto. Increíble como más de medio siglo después, El Santo no ha dejado de ser uno de los símbolos de la cultura mexicana.
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