22 mayo 2010
(por Genrus )

Paradojas

Muchas cosas pasaban por mi cabeza cuando comencé a escribir en mi primer blog. Me sentía muy confundido, y tuve necesidad de un sitio dónde desahogarme. Claro que bien pude simplemente abrir una carpeta en mi disco duro y dar rienda suelta a mis emociones en textos llenos de nombres, fechas, lugares y sucesos, pero no. Soy un sujeto bastante más elaborado que eso.

Visto desde la perspectiva emocional, la desventaja evidente de un blog, es que cualquiera puede leerlo; esto no es necesariamente malo. En ocasiones incluso da más confianza desahogarse frente a completos desconocidos, cuyo juicio suele ser más imparcial; sin embargo internet es un sitio sorprendentemente pequeño, así que como medida de protección eché mano de los recursos que tenía; desde las metáforas más arjonescas, hasta de los aforismos más barrocos. El resultado fue un muy prolijo desmadre con todos esos textos escritos desde las vísceras. Pero así salieron muchos de mis demonios, fantasmas y monstruos personales.

Un par de años después me sentí capaz de un blog que no requiriera tales complicaciones. Tenía antojo de un blog blanco, y comencé con este. Me sentí muy cómodo en él. Como en una casa nueva de grandes ventanales, amplios e iluminados espacios y paredes blancas listas para decorar. Seis meses después de haber iniciado, siento mi escritura más libre, más fluída y mucho menos complicada. Pero las estadísticas no mienten: el otro blog, ese viejo castillo rodeado por un foso de fango, repleto de oscuros y hediondos laberintos que no llevan a ningún sitio, y habitado por seres improbables de pésimos hábitos, tiene muchísimos más hits y visitas diarias.