06 marzo 2010
(por Genrus )

Fábulas y ficciones de colores »

Si algo detesto de los libros largos y pintar al óleo, es que son tareas que implican días enteros. Claro, la satisfacción suele ser proporcional al tiempo invertido, pero no siempre me siento tan dispuesto a entregarme a tales cosas. En ese sentido, adoro casi tanto los cuentos como los rotuladores. Un libro de cuentos, es como un estuche de rotuladores: puedo elegir cualquiera, comenzar desde allí, y tener un resultado diferente cada vez. Para este dibujo, un amarillo del imprescindible Borges, un azul del gratificante Monterroso, y un naranja del diversificado Jodorowsky...


La oveja negra

Augusto Monterroso

Escencialmente, un libro de fábulas. De fábulas imprescindibles, de una profunda y delicada crueldad. Si las fábulas pretenden enseñar como las minifaldas, la prosa de Monterroso es como uno de esos vestidos elegantes largos, con una muy sugestiva apertura que deja ver un poco más arriba de la rodilla. Sugiere más de lo que muestra, y eso lo vuelve fascinante. Es este un claro ejemplo de la cita de Cortázar sobre la contundencia necesaria en un cuento. Además de la oveja negra, residen aquí el multimentado Dinosaurio, el bien y el mal, los espejos borgianos, y otros animales recurrentes del género literario. «Los animales se parecen tanto al hombre, que a veces es imposible distinguirlos de éste» Hay que saber lo que dicen de este libro tipos como Fuentes, García Márquez, o hasta Asimov. Hay un enlace a la versión electrónica al final de la página. No hay pretexto para no leerlo.

Historia universal de la infamia

Jorge Luis Borges

La primera vez que leí este libro, me sentí un poco abrumado. No estaba acostumbrado a este estilo narrativo suyo donde si bien no hay desperdicio de palabras, hay una saturación de elementos que obligan a hacer una pausa. Historias de infamia situadas en contextos sumamente precisos, y que lejos de implicar condena o moraleja, son un juego alegórico de temas e ironías muy sutilies sobre la condición humana. Según el propio Borges, el barroco es aquel estilo que deliberadamente agota, o quiere agotar, sus posibilidades, y que linda con su propia caricatura. Y en este libro, es el escritor tímido que se ha distraído tergiversando historias en vez de idear sus propios cuentos. Otro libro donde el género humano es puesto en entredicho, sin ningún propósito didáctico aparente.


El tesoro de la sombra

Alejandro Jodorowsky

En más de una ocasión he sido protagonista de bizantinas discusiones acerca del genio de Jodorowsky; aunque me gustan un par de cintas de él, me niego a aceptarlo como cineasta de culto; como tarotista, psicomago, consejero espiritual y demás, me parece un completo farsante. En mi apreciación tiene mucho qué ver que leí primero las fábulas pánicas, y después, mucho después, vi El Topo. En Donde mejor canta un pájaro, Jodorowsky propone ficciones similares a la de la película El gran pez; hay muchas maneras de contar las cosas, y la fantasía siempre es un camino.

El tesoro de la sombra fue antes. De hecho, algunas de las historias y personajes de fábulas pánicas y de los cómics que editaría después al lado de ilustradores de la talla de Moebius, o de Peláez, están esbozadas en este libro. Jodorowsky obvia muchas convenciones estructurales, y dispara a quemarropa. Las novelas son como árboles; tardan mucho más tiempo que los cuentos, que son como flores, que tienen menos tiempo para abrirse y soltar su aroma. Los cuentos de El tesoro de la sombra, son como semillas; ficciones, secuencias que pueden dar lugar a historias mucho más elaboradas.

Son estos 3 libros que me gustan mucho. Son un excelente receso por si te acabas de leer una novela de 1500 páginas, y un excelente comienzo a grandes portentos imaginarios, si es que tienes ganas de escribirla.