19 diciembre 2009
(por Genrus )

Underground: Había una vez un país (llamado Yugoslavia) »


Marko, ebrio y festivo, coloca una flor entre las nalgas de una prostituta en la habitación de un burdel. Afuera, los nazis bombardean Belgrado. Underground, es sin duda, la obra maestra de Emir Kusturica. Más allá de todos las referencias y simbolismos (muchos de las cuales requieren una lectura minuciosa), la cinta es una cautivante comedia negra, cuyo personaje principal es un país imaginario que una vez se llamaba Yugoslavia.

Nema vise sunca, Nema vise meseca; No hay más luz de sol, no hay más luz de luna / Pokriva nas ratna tama, Pokriva nas tama joj; la oscuridad de la guerra nos cubre, la oscuridad nos cubre / A ja se pitam moja draga, Sta ce biti sa nama?; Y yo me pregunto, querida... ¿Qué será de nosotros? —Mesecina.

Como si la genialidad hiciera falta, la banda sonora de Goran Bregovic, enfatiza los matices, y logra que la madera recién salida del fango se incendie al primer toque; De hecho, y como si fuera una ópera, la cinta está más cimentada en la música, que en una cadena de sucesos. Bajo el asedio y la mentira, el sueño de construír nuevas casas, con tejas rojas, donde las cigüeñas construyan sus nidos y con las puertas abiertas a nuestros invitados sigue vigente. ¿Saldrá el sol de nuevo de entre las oscuras nubes? Niko ne zna. Nadie sabe. Nadie sabe...


Un día hubo, efectivamente un país. Un país con siete fronteras, seis repúblicas, cinco nacionalidades, cuatro idiomas, tres religiones, dos alfabetos y un sólo nombre. Todos mezclados. La pregunta no es por qué se rompió, sino más bien cómo lograba mantenerse unido. La Yugoslavia existió quizá solamente en los ideales de algunos líderes a través de los tiempos; un país que es utopía y nostalgia a la vez.

Kusturica, oriundo de esta tierra fantástica, se propuso con esta cinta hacer un retrato del país que lo vio nacer, y al que vio desmoronarse lentamente. Aunque la guerra es omnipresente, Underground está lejos de ser una película de guerra. Los clichés hollywoodenses conciben la guerra como catarsis, como imprecación de un drama en el que forzosamente hay que tomar partido, para entenderla desde el punto de vista de quien lo narra. Aquí la guerra es una pesadilla, es una enfermedad que consume lentamente, y el cómo los personajes conviven con ella, y lo que hacen de ella, da origen y trama al relato. Según Freud, el humor es la manifestación más alta de los mecanismos de adaptación del individuo; el humor negro luce demasiado cotidiano: lo cómico y lo trágico no son categorías estrictamente separadas entre un pueblo tan habituado al desastre.

*Advertencia: Este segmento contiene detalles de la trama.

Underground en 3 actos. (1941-1991)

Nunca un personaje tan humano como Yugoslavia. Nunca una metáfora más cercana a la parodia, nunca una crónica más cercana a la comedia. El filme consta de 3 actos, 3 momentos en la vida de la protagonista. La historia es narrada a través de 3 personajes principales, lejos quizá de toda etiqueta de héroes o anti-héroes. Marko es electricista, vividor, y medio truhán, Peter, idealista y revolucionario; Natalija, es actriz, y está siempre al pendiente de su hermano minusválido. No hay buenos ni malos. Todos encuentran algún modo de adaptarse a las circunstancias. La guerra no es ningún horror, sino simplemente un desastre. Los nazis, los comunistas, los aliados, la OTAN; todos en algún momento bombardean Belgrado.

La segunda guerra mundial

Las bombas con el escudo de la esvástica enrojecen el cielo de Belgrado. Kusturica reconstruye este drama, con imágenes de un zoológico. Los animales aúllan, previendo el cataclismo, y buscan refugio inútilmente. La destrucción puede verse reflejada en la mirada de esas criaturas inocentes. Ante la destrucción, las familias se refigian en un sótano. Los días pasan, y la guerra sigue. La resistencia es lo único que queda. Para subsistir, los habitantes montan una fábrica clandestina de armas. Peter se quedará a cargo de este mundo subterráneo junto a Jovan, su recién nacido hijo, Ivan, hermano tartamudo de Marko, Soni, un simio rescatado del bombardeo al zoo, y todas las familias de supervivientes. Marko y Natalija serán su único contacto con el mundo exterior.

El régimen de Tito, y la guerra fría.

Los aliados logran la victoria, y la guerra termina; pero para entonces, Marko y Natalija se han enriquecido con el tráfico de armas; no hay razón para dejar de vivir en la opulencia, y deciden hacer creer a Peter y al resto de los habitantes del sótano que la guerra continúa. Aquí comienza una farsa mantenida desde el exterior. No hay parodia más precisa al régimen de Tito, llena de manipulación de imágenes, supuestos héroes y simbolismos patrióticos inservibles. Marko trae noticias; todas falsas, pero sabiamente dosificadas las buenas y las malas. Logra mantener unidos a los habitantes del sótano, y convencer a Peter, quien está ansioso por tomar las armas, de que su momento, llegará pronto. Así, trascurren 20 años, hasta que un día, un desafortunado incidente durante la boda de Jovan lo transtorna todo.

La guerra de los balcanes.

El cañón de un viejo tanque soviético oculto en el sótano es disparado accidentalmente, y abre un boquete que impulsa a todos a salir al exterior. Peter y su hijo toman las armas, y al salir se encuentran enmedio del set de un filme histórico sobre la segunda guerra mundial. Tanto tiempo de encierro y manipulación, les vuelve incapaces de distinguir realidad de ficción, y se lanzan al ataque de los actores, luchando por una causa aparentemente perdida.

El resto de los habitantes del sótano huyen por el subsuelo. Vehículos de la OTAN trasladan decenas de refugiados; uno de ellos se detiene junto a un desubicado Ivan, quien frenéticamente busca a los suyos. —¿Hacia dónde te diriges?, pregunta el Casco Azul. A Yugoslavia, replica Ivan. Yugoslavia no existe más, hijo. Si quieres ir a un lugar seguro, súbete.

—¿Cómo que ya no existe Yugoslavia?— grita Ivan estupefacto y desesperado mientras los camiones se alejan a toda prisa, y le dejan en una oscuridad infinita. La guerra civil es demasiado cruel. Ninguna guerra es guerra, hasta que un hermano mata a su hermano.
Gracias, señor.
—Por nada, camarada.
¡Yo no soy "camarada"!
—Ni yo soy "señor".
¿Entonces quién es usted? ¿Un Ustaji, un Tsjetnic, un guerillero?
—Yo soy Petar Popara Blacky.
¿Es parte de algún ejército?
—De mi propio ejército.
¿Tiene algún superior?
—Mi patria.

Y como la mayoría de los cuentos, el final de éste es un final fantástico. Kusturica advierte que esto es un falso final. Una feliz utopía que se mantiene a flote sobre un mar de calamidades. Donde todos se reconcilian en un sueño, donde todas las voces cantan, y todas las razas bailan, pero que se advierte pequeñísimo ante un conflicto inacabado. Un complejo documental sobre una historia que parece ficticia, o una ficción atroz sobre la realidad de una farsa, una comedia. Es muy complicado tratar de darle a Underground todas las lecturas posibles. Por eso es mejor sentarse a disfrutarla.