18 febrero 2011
(por Genrus )

Analógico »

El principio de la enseñanza durante el sueño o hipnopedia, había sido descubierto... pero habían de pasar muchos años antes de que tal principio fuese aplicado con utilidad.
—Aldous Huxley, Un mundo feliz.


Teníamos planeado hacer algunas cosas en familia, pero de algún modo y sin darnos cuenta, todos nos quedamos enganchados en alguna actividad con algún dispositivo conectado a internet. Nadie nota que Matilde ya dejó su iPod, hasta que un estrépito rompe el silencio: ella ha lanzado un trompo que ahora gira torpemente. Nos frotamos los ojos. Odio cuando dejamos que el presente sea como en esas novelas futuristas de los (ya lejanos) años setenta. Hay que ir a Chapultepec, o algo. :S


(I)

Pocos cosas retratan mejor a una generación, que sus ficciones sobre el futuro. "El futuro" es ese sitio a donde inevitablemente se ha de llegar, donde convergen tanto los avances tecnológicos más deseados, como los cataclismos más temidos. Un lugar en donde caben desde holocaustos, apocalipsis, armageddones, y demás amenazas religiosas, hasta una temible y abrumadora perfección social. Donde hay máquinas que son capaces de trasgredir su orden ontológico y rebelarse violentamente contra sus creadores, o  simplemente conducir a la humanidad, dedicada al hedonismo y al ocio hacia su inevitable decadencia.

A la par que la edad adulta, el futuro que imaginábamos cuando éramos niños va llegando paulatinamente. Nos hemos resignado a que algunos de nuestros sueños (como el de ser astronauta y visitar otros planetas, por ejemplo) no se verán realizados; otros menos ambiciosos —como el de la comida instantánea— llegaron (en forma de palomitas de maíz y sopas de tallarines para microondas) cuando ya habíamos perdido la capacidad de maravillarnos, y otros (como los dispositivos multimedia que incluso sirven para hablar por teléfono) con los que nunca nos tomamos la molestia de soñar, pero que en unos pocos años convertimos en algo indispensable.


(II)

El trompo de Matilde ha estabilizado su rotación; la asociación a las realidades cruzadas y planos de sueño superpuestos de Inception es inevitable. Mi mujer tiene 326 amigos en su escritorio. De hecho, conversa animadamente con dos de ellos, y de cuándo en cuándo suelta una carcajada. Arrellanada en el sofá, Valentina arroja pájaros con una resortera, y se molesta visiblemente cada vez que falla un tiro; yo uso el mismo dedo tanto para combinar óleos inodoros dentro de una pantalla de cristal, como para pasar las inexistentes páginas de un diario infinito. Un segundo antes de que el trompo girara, todo era tan real…

¿Como definimos lo "real"? ¿Simplemente como aquello que podemos percibir con los sentidos? En medio del desierto de lo real, Morfeo introduce a Neo a los misterios de la Matrix. La humanidad vive en una prisión que no puede oler, probar o tocar, y bajo un sistema que del que desesperadamente necesita formar parte. Vivimos dentro de un sueño colectivo inalámbrico, en donde las cosas suceden exactamente del mismo modo que en el mundo en el que creemos estar cuando estamos despiertos. Por eso es difícil ya no no digamos asimilarlo; sólo distinguirlo se vuelve complicado.


(III)

El tránsito vehicular sobre el Paseo de la Reforma es exasperantemente lento; cada uno a bordo de su vehículo, un taxista y yo dirimimos silenciosamente el principio de exclusion de Pauli. Matilde se toma el tiempo de apreciar el paisaje, y descubre a lo lejos un castillo en la cima de una montaña. No es propiamente un castillo lo que está en la cima del Cerro de Chapultepec, pero a Matilde le entusiasma la idea de visitar un palacio, y pregunta que si podemos ir. —Después, hija, después— resuello. El taxista consiguió ganarme el paso, y yo ya no tengo ánimo siquiera de expresar mi frustración con la bocina.

Al compás de mi divagación, el trompo va deteniéndose lentamente, hasta quedar inmóvil. Cierto, Matilde dijo hace unos días que quería ir al Castillo de Chapultepec. Así que nos desconectamos de la red, y nos dispusimos a ir.

—¿Puedo llevarme mi trompo?
—No, Matilde. Un castillo no es un buen lugar para llevar un trompo.
—Oh, qué mal. Bueno, entonces déjame ir por el iPod que tiene cámara.

Un Comentario:

Unknown dijo...

Oh Fantasitco, fantastico!!! Me hiciste recordar un poco a Asimov y a Bradbury!!!