06 noviembre 2010
(por Genrus )

Y además se apellida(ba) Amor » »

Aunque el frac que compró mi mamá en el mercado Juárez tenía una corbata de moño impresa, la que yo traía sobrepuesta era real. Y me parecía enorme. No obstante, ver la Carabina de Ambrosio en YouTube, me recuerda que así se usaban en aquel entonces. Sin ser algo tan elaborado como lo que usaba Chiquidrácula, mi atuendo era más como de un Eddie Monster, pero con nylon en vez de gamuza; suficiente para salir a la calle a pedir calaverita.

Con mi calabaza medio llena de monedas, rondanas, boletos del metro y todo aquello que los caprichos de lo aleatorio habían puesto ese día en los bolsillos de los transeúntes del barrio, iba camino al Gabis de la Plaza Washington (un pequeño café donde mi familia se ha reunido desde siempre) a contar mis ganancias, cuando vi a una señora emperifolladísima caminar tan aprisa como su bastón le permitía, así que con mi mejor sonrisa, la abordé.

—Seño, ¿No me da mi calaverita?
Me miró de arriba a abajo con sus ojos secos, enterrados bajo una gruesa capa de maquillaje en ruinas, y me respondió con una voz gravísima...



En tu féretro sombrío
reposas eternamente
pero en la noche imponente
revives y abres el frío vidrio
de tu ataúd, ya vacío.

Vuelas en vuelo ascendente
por el cielo, omnipotente
con tus alas de vampiro
y tus ojos de zafiro.
Sustraes la sangre mortal
tú, vampiro criminal.
Y a tu catafalco vuelas
para dormir entre velas.

¡Pasumecha! No supe si por sus gritos, su mirada que parecía atravesarme, o sus manos arrugadas llenas de lunares terminadas en unos gruesos dedos rodeados por pesados anillos, pero estuve a nada de salir corriendo.

 —¿Pita Amor te regaló un poema? ¡Mira nada más!
Claro que todos se preocuparon cuando llegué todo agitado al Gabis; pero tras contar lo sucedido, todos parecían coincidir en que era una rareza; Pita Amor no era una persona precisamente amable. Al menos no con el común de los mortales.

&
"Yo no soy humilde ni tengo por qué serlo. Bastante tengo con ser genial"
(frase que es muy cool para un sitio web de frases famosas, pero que escuchar de viva voz de la poetisa, una tarde que discutía con un mesero en la fonda de Santa Anita, en la calle de Londres, no lo es tanto.)

—¿Pita qué? Oye, ¡Casi muero de un infarto!
Pues sí. Guadalupe (Pita) Amor, fue una poetisa que se sentía Sor Juana. O Frida. O La Doña. O más que todas ellas, no lo sé. Muchos años después, y gracias a internet fue que pude leer su biografía, sus escándalos, y algunos de sus textos. Pero en aquellos ochenteros entonces, cuando deambulaba por la colonia Juárez y sus alrededores, era una musa en desgracia, una señora de constantes arrebatos y pésimas mañas a la que el otoño no le había llegado apaciblemente. La gente en el café (incluído Gabriel, el propietario) animaron la tertulia contando más y más anécdotas sobre ella, y coincidiendo todos en que la reacción que tuvo conmigo fue inusualmente positiva.

—¿Sabes? Nadie puede decirse vecino de esta colonia sin haberse cruzado de palabras con esa mujer. Tienes mucha suerte de que te haya regalado un poema, en vez de haberte dicho alguna majadería, o hacerte algún desplante.
—Sí, pero pinche vieja—murmuré. Yo lo que quería era dinero. :(