03 julio 2010
(por Genrus )

Posada y otras lecciones sobre el arte popular »

Son las siete con quince minutos. El joven catedrático se presenta; Deja sus cosas sobre el escritorio. Viste ropa casual, y huele a colonia Sanborns; habla un poco sobre el tráfico antes de comenzar su clase. Se frota las manos, y dice bueno, comencemos. Con una actitud más parecida a la de un conductor de Reality que a la de un profesor universitario, nos lanza:

—¿Qué mentiras han escuchado sobre José Guadalupe Posada? ¡Vamos, díganmelas todas!

Mientras tímidamente algunos comenzaron a arrojar datos y comentarios sobre su trabajo, yo no salía aún del asombro. Cuando la información redundaba, el profesor interrumpió con el esperado —¡Pues todo es mentira!—, seguido de una sonrisa de anuncio de dentrífico. —Posada ni retrató una época, ni revolucionó nada. Si no quedó en el olvido, fue porque Diego Rivera se encargó de mitificarlo, haciendo toda clase de apologías sobre su trabajo. Jóvenes, la única aportación de Posada a la historia del Diseño en México, es el haber sido el primer freelance del que se tiene noticia. Nada más. Ví a algunos tomar nota, mientras el profe sonreía satisfecho. Pensé:

Resiste, vamos, resiste. No importa, de verdad. Es una clase más, en unas semanas se acaba, lo que importa es la calificación, el tipo sólo quiere ser simpático y lucir crítico. ¿Para qué discutes con el?

Pero dah, no pude. Levanté la mano.
—Sea serio, profesor. ¿De verdad piensa eso?—


—Pues... sí. Posada fue un artesano, que se volvió famoso gracias a todos los elogios de Rivera. Si hablamos de la calidad de su trabajo, pues no representa mucha aportación al arte o al diseño mexicano.

—Sólo dos preguntas más. Primera: ¿El arte popular no es entonces arte? y segunda: ¿Deveras la historia del diseño en México es tan grande, como para que la aportación de Posada sea tan nimia?

Con la seguridad en su discurso y la sonrisa disminuídos, atajó con un —Bueno, lo discutimos luego. ¿Vale?— Su clase fue muy aburrida el resto del trimestre.

&
En México han existido siempre dos corrientes de producción de arte verdaderamente distintas. Una tiene como base la imitación de modelos extranjeros para proveer a la demanda de una burguesía incapaz, que fracasó siempre y que ha concluído por entregarse incondicionalmente al poder imperialista. La otra corriente, ha sido obra del pueblo, de lo que se ha dado en llamar "arte popular". De estos artistas el más grande es, sin duda, José Guadalupe Posada, el grabador de genio.
Diego Rivera


En algo tenía razón el profe; visto desde el discurso formal del arte, Posada fue un ilustrador, no un artista. Posada no inventó ningún ismo, ni era —como la rarísima Frida— amigo de André Breton o alguien influyente. No pintó el Guernica y en vida, su trabajo no se expuso nunca en ningún museo o bienal europea de arte. La muerte es democrática, decía José Guadalupe. A fin de cuentas, güera, morena, rica o pobre, toda la gente acaba siendo calavera. Y pocas cosas más democráticas que el trabajo de este ilustrísimo ilustrador.

José Guadalupe Posada es considerado como artista "popular", porque provenía del pueblo, porque nutrió su obra del imaginario popular mexicano y porque hizo de él mismo su público. Utilizaba como modelos algunos grabados religiosos novohispanos, fotografías de Casasola y de Hugo Brehme. Tomó también símbolos populares como los animales ponzoñosos, culebras y serpientes, esqueletos, el fuego, el rayo, la sangre, entre otros.(1)


A casi cien años de distancia, el ciudadano promedio no distingue fácilmente a un Orozco de un Rivera de un Siqueiros, y probablemente ni siquiera habrá oído mencionar al Dr. Atl, a O'Higgins, o a Carlos Mérida. A Posada cualquiera lo ubica. Hasta el profe podría, vamos.

El arte popular siempre ha estado allí: alejado de las vitrinas, de la academia y del rigor semántico que los conocedores clasifican como arte. Incluso el llamado Pop Art (que no es lo mismo) muestra esa falta de respeto por todas esas manifestaciones culturales, toda vez que —según la wikipedia— 'rescata los 'elementos mundanos' de imágenes populares y los cambia de contexto en oposición a la cultura elitista... solamente para volverlos igual de elitistas. No. El arte popular no está en los museos ni en las tiendas de artesanías. Está en los locales de carnitas, en las cajas de cerillos, en el puesto de lámina de la esquina, en el libro vaquero, en los carteles de la Arena México, o del Cine Teresa. Sin una plica de identificación llena de omisible, redundante y esnobista jerga técnica: plata sobre gelatina, óleo sobre tela, popó sobre papel higiénico, etc.


Llevo ya varios años dedicándome al diseño gráfico. He tenido la fortuna de diseñar carteles, libros, revistas culturales, logotipos para instituciones y otros objetos 'elitistas' del oficio. Son las cosas que uno cacarea en las reuniones de colegas, pero que pocos llegan a ver. Diseñé tambien un blister —el cartoncito donde vienen— un cortauñas y unas pinzas de depilar. Y cada vez que me lo encuentro en el piso de algún tianguis o en una farmacia perdida en una localidad apartada, me siento muy anónimo. Muy popular. :)