27 marzo 2010
(por Genrus )

Estampas aleatorias de soledad. »

Fue una semana algo difícil; estuve meditativo y dubitabundo, así que casi en automático, abrí mi blog de berrinches para vaciar allí algún texto, sabiendo que escribir es un proceso que exorciza mis demonios. Como de costumbre, las palabras no fluían como yo esperaba, y en sustitución, recordé algunas imágenes. Imágenes que son las que primero llegan cada vez que pienso en la soledad, y que tenían mejor cabida en la temática de esta bitácora.



Toma 1: Es el turno de Roberto Baggio. Sabe de la responsabilidad que tiene en los pies. Se perfila, patea, ¡Y vuela su disparo! Las cámaras de televisión siguen a Taffarel quien alza los brazos y corre hacia el centro del campo a abrazarse con Cafú, Romario, Bebeto, y el resto de los brasileños que paulatinamente se suman al festejo del tetracampeonato. Una cámara de cine, en cambio, queda siempre fija sobre el 10 de Italia. Permanece nítido en el primer tercio de esa toma; como fantasmas fuera de foco, transitan a lo lejos casacas verdeamarelhas, casacas de colores chillones, hombres de pantalón largo, confetis y otras luces, y Baggio permanece allí. Con los brazos en la cintura, y la mirada clavada en el césped del coliseo de Los Ángeles, durante segundos que parecen interminables. Es la viva imagen de la soledad.(1)

Toma 2: La primera vez que ví El fílder del destino, cuadro de Abel Quezada, tenía 10 ó 12 años. Y me hice quizá la misma pregunta que todo el mundo. ¿Y este qué espera? Me parecía una cuadro demasiado grande, para un personaje tan pequeño. No hay público, no hay más que césped y horizonte. El fílder, acompañado únicamente de su sombra, mira hacia un vacío infinito, inmenso. Quezada no era en aquel entonces uno de mis pintores favoritos, así que pasé un poco de largo el resto de la exposición. Pero en más de una ocasión, me sentí así de solo, así de identificado con esa imagen. Así fue que se quedó en mi memoria.


Toma 3: «Si le temes a la soledad, entonces no te cases» aconsejaba Chéjov. Tomando esto como pretexto, Marcela Serrano compila y prologa un libro llamado Cuentos de mujeres solas. Reúne escritos además del escritor ruso, de gente como Carlos Fuentes, Oscar Wilde, o Eça de Queiroz; Muchos de los cuentos —escritos por hombres—, se refieren a la soledad de las mujeres desde el punto de vista de la ausencia del hombre. Mujeres que creen, que esperan, que desoyen, y que en algún momento se sienten timadas al perder su juventud y belleza, y un con un corazón baldío de amor eterno. Pero también hay historias sobre ésa soledad que implica haber nacido en un mundo que les es ajeno, en donde no encajan, en donde desde el nacimiento se vuelven seres de segunda, y se ven condenadas a vagar en un espacio ya apropiado por otros, donde no son bienvenidas.

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Este libro es un encuentro amoroso y solidario con diferentes tipos de mujeres que nos regalan aquello que sólo la literatura hace posible: traspasar los límites de nuestra propia vida para penetrar en una ajena, la de cualquiera de ellas, y dar lugar al fenómeno de identificación que nos posee: toda mujer reconoce en la otra, aunque sea con temor, una probabilidad de sí misma.

Son cuentos de varias épocas, y claro que las relaciones y expectativas femeninas algo han cambiado en estos últimos 200 años. La compilación no es de Jibrán Jalil Jibrán, ni trae consigo algún mensaje implícito o explícito, ni sirve de caldo de camarones para el alma; es simplemente que aunque a las mujeres no hay que entenderlas, sino quererlas, siempre es útil tener alguna —mínima— referencia.


(1)Esta toma es parte de un documental hecho en cine por un par de cineastas alemanes independientes sobre el mundial de Estados Unidos 94.

4 Comentarios:

Anónimo dijo...

Tanto como soledad en medio de un estadio y con todo el mundo viendo (Bueno, algunos cientos de millones). Esos tipos suelen tener un carácter muy especial, son como lijas que igual se rompen como el papel pero mientras ¡ha que peligrosas pueden ser! y como ser humano, no creo que estuviera solo sino presionado, lo peor 30 segundos después de haber fallado, cuando su universo toma el peor rumbo.

Y si, por fin, a trabajar.

Genrus dijo...

Esa es precisamente la paradoja de esa toma; con cien mil almas presentes, y varios millones de teleespectadores, pasaron interminables segundos antes de que alguien se acercara a darle ánimos a Baggio. Creo que eso es lo que me impresiona.

BTW: Daaaah, ni lo menciones. :(

Kary dijo...

No recuerdo haber escrito el ultimo libro :P

Genrus dijo...

Hay varios cuentos allí en los que muy probablemente te reconozcas. Estaría bien que lo leyeras, e incluso que escribieras. Ya sabes, esa onda de exorcizar a los demonios interiores. ;)