27 febrero 2010
(por Genrus )

Escribir ahora, morir después. »

Estaba releyendo hace poco el post de las "Diez cosas qué hacer antes de morir" en el blog de Frech. Casi por antonomasia, llegué al cliché de sembrar un árbol, tener un hijo y escribir un libro. Fue un buen sitio donde estacionar mis reflexiones. Ya he sembrado algunos árboles, así que puedo dar ese punto por cumplido. Soy papá de dos niñas a las que adoro, y podría abrirme un blog (sí, otro) para hablar del tema, así que según el propósito de esta entrada, punto cumplido, también. Resta entonces el tema del libro. ¿Es tan difícil escribir un libro? Consulté al oráculo (Google), y me encontré con muchas opiniones interesantes.

20 febrero 2010
(por Genrus )

El Raro del Cuarteto de Nos »

En uno de esos días de zapping por la banda de FM durante el intenso tráfico de la ciudad, me encuentré con unas coplas rockeronas; verso de nonasílabos, verso de endecasílabos; terminados todos en rima consonante y muy casual.

♪ Yendo un weekend a lo de Damián
♬ tenía urgencia de hablar con el man
♪ caminé porque pinché mi van
♬ vi una mina de la que soy fan...


Traté de reconocer a la banda argentina de la que se trataba, —una obviedad dada la pronunciación del "Shendo un weeken"—; no reconocí, así que esperaba escuchar su nombre. Por desgracia, era aquella una emisora de radio de ésas cuyo random es demasiado elevado, y tras 4 ó 5 canciones más, pusieron la barra de comerciales sin decir nada acerca ni de la rola, ni del grupo. ¡Demonios!

Días después, fue el random del iPod de mi hermano el que trajo a mis oídos esa canción. Ahí supe que se trataba del Cuarteto de Nos, una banda uruguaya que no es nada nueva. Escuché su disco "Raro", y no tardó en volverse parte fundamental de mi playlist.

13 febrero 2010
(por Genrus )

El final de La Sirenita de Andersen » »

—Mañana iré a la ciudad. ¿Qué quieren que les traiga?— Las hijas de su nueva mujer piden vestidos, joyas y accesorios; su hija, simplemente una ramita. A su regreso, mientras las hermanas se prueban sus vestidos, la pequeña siembra la ramita en la tumba de su madre, y ésta florece hasta convertirse en un hermoso árbol, al cual la niña le cuenta todas sus penas. A veces, se aparece un pájaro blanco que le cumple algunos deseos.

¿
Cómo un árbol y un pájaro blanco se convierten en una señora regordeta con capa azul que canta 'divi-divadi-dibú'? Cenicenta es el arquetipo de los cuentos —precisamente— de hadas. Las historias van modificándose según la tradición oral, o los caprichos de la multinacional del entretenimiento que los retrate.

Muchos de los cuentos para niños, son pasteurizados para quitarles el peso de una violencia a veces no sólo innecesaria, sino inadmisible para esta época: Es decir, no es necesario sacar a la abuela de Caperucita del estómago del lobo; basta con decir que no la engulló, sino que la escondió en el armario. Criticar a los guionistas de Disney es un lugar demasiado común. Pero el modo en como empobrecen La Sirenita de Andersen, es de llamar la atención.


06 febrero 2010
(por Genrus )

Avatar: ese vituperio narrativo millonario. » »

A propósito del simulacro, Baudrillard alguna vez mencionó la facilidad de acceso a la tecnología como uno de los mayores escollos para la creación artística. Hasta el siglo pasado, el desarrollo tecnológico ocurría a un ritmo que permitía al arte adaptarse a sus formas, y modificar su lenguaje para permitirse nuevas propuestas. Cuando el Daguerrotipo se hizo popular y la gente comenzó a tomarse fotos, los retratistas al óleo temieron la devaluación de su talento; algunos tecnócratas incipientes vaticinaron incluso la desaparición de la pintura. No contaban con la astucia de Picasso, Kandinsky, o Klee, desde luego.

Durante una representación teatral, un ballet chino escenifica la nave Victoria durante una tormenta; una sola, mínima bailarina, se mueve como empujada por las caprichosas olas, y ondeando una manta de seda con sus manos, nos transmite la furia del viento que azota las velas. Los espectadores están inmersos en el drama; el destino es incierto. Es fácil imaginar el resultado si esta misma historia fuese contada con los excesos Holliwoodenses; escenarios hiperreales, construídos y supervisados con máximo detalle; secuencias superproducidas con exactitud en milisegundos, inversiones millonarias recuperadas con éxito. A veces, y con algo de suerte, eligen una buena historia como pretexto para semejante derroche de recursos. A veces, todo sale mal, y ocurren cosas como Avatar, de James Cameron...